Pero ahí no queda todo. Si es coqueta para vestir, no lo es menos para pasear por Cabra. Las banderolas y arcos de luces ya se han dispuesto por las calles que pase. Los que trabajan en otros meses del año por ella y por su hijo, también han dispuesto múltiples y coloridas casetas en las que sus egabrenses bailen y disfruten. Y como no, lleva la cuenta del número de carrozas que harán su comitiva de entrada (¡Ni coqueta solo, también tiene que ir acompañada por el pueblo!). La lista de los jinetes ya la terminó hace una semana, aunque sigue faltándole uno en la lista...
Y lo mejor será cuando llegue a la Plaza Vieja. Esta bella mujer, también se caracteriza por ser muy lista. Año tras año alquila la mejor suit de cuantas hay en nuestro pueblo. Un salón Real, de mármol, madera y pan de oro será el lugar en el que recibirá a sus invitados durante todo un mes. Allí, jamás faltará un nardo, ella siempre quiere olerlos. Tampoco faltarán las velas, a su hijo le da susto dormir por las noches en la oscuridad. Y tampoco llegarán a aburrirse, pues es imposible que haya minuto en el que no mantenga conversación con alguien, es un mes para ella en el que siempre está ocupada. Nos seguirá sorprendiendo, con sus vestidos de oro, con sus mangas de plata, con las joyas más bellas y los tocados más hermosos.
Aunque por muy bien que se porte, siempre seguirá fallando en algo. Estamos hartos de reñirle, pero parece ser que sigue sin enterarse. Siempre compra los billetes para un mes, y no entiende que para nosotros un mes es poco. No entiende que todos sus amigos y conocidos desean seguir hablando con ella durante días y días... pero no puede dejar su cortijo más tiempo cerrado, tiene que volver para limpiar y ordenarlo todo nuevamente. Aunque eso sí, allí, ella nunca cierra las puertas, y siempre nos espera con cariño. Siempre que se va, parece que se va una madre...
No tardes, bella dama. Te espero con más ilusión que nunca.