Un año más el cementerio ha estado repleto durante toda la jornada, así como en día anteriores, teniendo su punto álgido en la tradicional Eucaristía que se celebra dentro del mismo, en recuerdo de todos aquellos que ya no están entre nosotros.
Un año más los egabrenses han acudido hasta allí para honrar a quienes nos dejaron para partir a otro lugar, otro lugar, que sea cual sea, no lo imagino lleno de calabazas, ni de telarañas, esqueletos y chucherías. Otro lugar que no imagino “americanizado” como está ocurriendo últimamente en este país, e incluso en nuestra propia ciudad. Es impresionante como en cuestión de días, Cabra se ha llenado de niños vestidos de Joker, niñas disfrazadas de bruja, con sus correspondientes calabazas en vez de flores para los difuntos, amén de los padres igualmente vestidos y paseando con ellos por la calle, en vez de ir camino del siempre apetecible brasero, y recordar a quienes son el futuro de Cabra lo que durante cientos de años han hecho sus abuelos, y los abuelos de sus abuelos, lo único que puede hacer darnos cuenta de quienes somos, donde estamos y por qué. Lo único que puede hacer mantenerse viva la llama que calienta a quienes tuvimos la suerte de nacer en el sur de Europa, y saber disfrutar de la vida al igual que honrar a la muerte .
