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A partir de ahora, este blog se convierte en mi particular archivo digital en el que tener todos mis artículos de opinión, entrevistas, reportajes... Un lugar en el que ser protagonista de mi literatura, que queda para mí, y abierta a quien se quiera acercar hasta aquí. Críticas; @IsmaelRuizP

lunes, 31 de enero de 2011

Sus ojos



Los miré. Sonreía, pero lloraba. Nunca lo comprenderé. ¿Por qué lloras, Esperanza?. No entiendo el pañuelo en tus manos, ni las cuentas del rosario, que continuamente rezas... No comprendo los bordados de tu manto ni las filigranas de tu corona, los hilos de tu saya ni los valiosos encajes que rodean tu rostro.
A un lado, te representas con tu hijo recién nacido, en tus brazos. Al otro, el mismo pero maniatado, también con la feliz sonrisa de la salvación asegurada. Sus ojos, llorosos, Tus labios “haced lo que El os diga”.

Pero todo tiene un fin y todo tiene un por qué. Todo tiene una razón de existir y una razón de ser. Tus ojos son la vida de una ciudad, la esperanza de futuro de muchas bocas, y la estrella que ilumina el alma de tus ancianos. Luz de la noche, sonrisa de la vida. El Rosario, el constante rezo, la continua mirada al infinito y a la salvación, la suavidad del amor.

No sé cantarte, ni quiero
ni que mis palabras parezcan
un intento de acierto,
realizarlo ni quererlo.

La vida que por tí pasa,
vida que al mundo llega.
Vida que blanca brilla,
vida que la luz embelesa.
Dame tu mano esta noche
mi reina,
y llévame de ella
por los caminos de las sierras;
hagamos una nube de amores y soleras
esperando impacientes, una nueva madrugá,
serena, con el eterno cantar
de la banda que te llena.
Del vestidor que te ama
de las monjitas que te peinan,
de los hermanos que te suben
a tu paso, y al que te hace Reina.
Al florista que embellece
los jarrones que Tu misma llenas,
porque no hay mayor adorno
que el mirar Tus ojos;
y Tu belleza.
¡Que no, Reina mía!
Que no quiero ver más Tu pena,
que es tu manto mi alegría,
y tu llanto es mi condena.
Quiero que reines en Sevilla,
que alivies todas las penas,
que seas razón de felicidad,
para toda esta tierra.
Y no despertar nunca del sueño,
ese que nunca despega,
de los sueños sevillanos,
que te aman y te veneran.
¡Que no Madre mía,
que quiero que sea de nuevo Cuaresma!
Que tus ojos se entrelacen
con la niña que te reza,
con la madre que te implora
con las monjitas que te peinan,
y que tus labios de nuevo,
oren cuenta por cuenta.
Que llega el día, Sevilla,
que llega la hora, más perfecta,
el encuentro de la vida,
con la Reina de las Reinas.
¡Escucha mi canto María,
baja de nuevo a la Tierra,
sé Tu luz de las vidas,
sé Tu, ESPERANZA MACARENA!.