Bienvenidos

A partir de ahora, este blog se convierte en mi particular archivo digital en el que tener todos mis artículos de opinión, entrevistas, reportajes... Un lugar en el que ser protagonista de mi literatura, que queda para mí, y abierta a quien se quiera acercar hasta aquí. Críticas; @IsmaelRuizP

sábado, 22 de septiembre de 2012

De vuelta a casa

Ya lo tiene todo preparado. Su "vehículo de camino". Su ropa de viaje, unas cuantas flores para poder repartirlas entre sus vecinas del barrio que lleva su nombre. Su niño ya tiene también el camisón más cómodo preparado, y se ha encargado de que le lleve a la Iglesia de San Francisco sus mejores galas y las joyas más preciosas, porque como mujer coqueta que es, quiere llegar al pueblo despertando la admiración y asombro de sus paisanos, como una bella y digna dama que es. A su "modisto" preferido, ya lo ha avisado, para que se encuentre preparado en torno a las siete y media, que será cuando se pare, y también tiene la lista impresa: quiere comprobar que Lola, Carmen, Pepita y Sierri estén en el primer banco como siempre. En el balcón del cielo también sabe que tiene a unos cuantos mas, entre ellos a su médico personal que ya la cuida en el firmamento.

Pero ahí no queda todo. Si es coqueta para vestir, no lo es menos para pasear por Cabra. Las banderolas y arcos de luces ya se han dispuesto por las calles que pase. Los que trabajan en otros meses del año por ella y por su hijo, también han dispuesto múltiples y coloridas casetas en las que sus egabrenses bailen y disfruten. Y como no, lleva la cuenta del número de carrozas que harán su comitiva de entrada (¡Ni coqueta solo, también tiene que ir acompañada por el pueblo!). La lista de los jinetes ya la terminó hace una semana, aunque sigue faltándole uno en la lista... 

Y lo mejor será cuando llegue a la Plaza Vieja. Esta bella mujer, también se caracteriza por ser muy lista. Año tras año alquila la mejor suit de cuantas hay en nuestro pueblo. Un salón Real, de mármol, madera y pan de oro será el lugar en el que recibirá a sus invitados durante todo un mes. Allí, jamás faltará un nardo, ella siempre quiere olerlos. Tampoco faltarán las velas, a su hijo le da susto dormir por las noches en la oscuridad. Y tampoco llegarán a aburrirse, pues es imposible que haya minuto en el que no mantenga conversación con alguien, es un mes para ella en el que siempre está ocupada. Nos seguirá sorprendiendo, con sus vestidos de oro, con sus mangas de plata, con las joyas más bellas y los tocados más hermosos. 

Aunque por muy bien que se porte, siempre seguirá fallando en algo. Estamos hartos de reñirle, pero parece ser que sigue sin enterarse. Siempre compra los billetes para un mes, y no entiende que para nosotros un mes es poco. No entiende que todos sus amigos y conocidos desean seguir hablando con ella durante días y días... pero no puede dejar su cortijo más tiempo cerrado, tiene que volver para limpiar y ordenarlo todo nuevamente. Aunque eso sí, allí, ella nunca cierra las puertas, y siempre nos espera con cariño. Siempre que se va, parece que se va una madre... 

No tardes, bella dama. Te espero con más ilusión que nunca.

lunes, 21 de mayo de 2012

De la lluvia, llegó la esperanza (“El bendito pacto” II)

Ntra. Sra. del Mayor Dolor en su Soledad. Ismael Ruiz
Al final has cumplido tu promesa. Antes no te vi en los rincones y plazas a las que me tenías encadenado, donde el viento rompía con la fuerza del agua las emociones de la espera. Te lloré y te lo conté, incluso llegué a odiarte. Pero tu amor siempre todo lo rebasa, y has querido darme una vez más la blancura de la cal en tus calles, salpicada del colorido de las flores, para honrarla a Ella.
Tenías que pagarme de alguna forma todo lo que dejaste de lado, y lo has hecho regalándome lo mejor que tienes en ti. Lo has hecho ahogando mis lágrimas del pasado en fuentes de sonrisas y locura, porque hace un año ya te lo dijeron, “de esa amargura, llegó esta felicidad”, y verdaderamente lo ha hecho. Lo ha hecho cambiando la caída del líquido manantial de tu cielo a sus mejillas, enjugando la alegría de la Gloria con la hermosura que se recoge en los sollozos de pasión. Me has demostrado que de la lluvia, por fin puedo decir que llegó la esperanza de nacer nuevamente en lo efímero, de vivir los tiempos que no pasan y se encierran en el reloj de la vida. El sol se asoma a tus calles, y baña con sus rayos tu sonrisa de humilde doncella, de alegría, de prado de salud, de amor y remedio.
Has querido que me perdiera por unas calles distintas a las de Cabra. Que me perdiera junto a caminos que la unen con Sevilla, que estos me llevasen hasta antiguas calzadas de tardes de toreo, sol y sombra, que me han hecho también llevar hasta mi mente, rezos de Rosario a la Caridad, y oraciones hechas cante y Rocío, simultáneas en el tiempo y la distancia.
Y allí, venciendo el Lorenzo a la fina humedad, he vuelto a sentir Su presencia. Gracias a ti, he encontrado, y me has devuelto, querida Semana Santa, la esperanza y la certeza de lo escrito en aquel bendito pacto. Gracias a ti me has hecho valorar los días malos y sopesarlos con los buenos, y La he encontrado serena en su particular estampa, como aquella primera vez que lo hice, allá por Mayo de muchos años.
Me has demostrado que seguías allí esperándome, con tu vista perdida en el dolor, y tu mano tendida en el infinito que recoge los besos de la compasión. Alegre, pálida, dulce, angustiada, arrogante. Has demostrado de nuevo tu sabiduría amasando la cadena de rosarios inmortales. Y no me has engañado de nuevo, cuando he intentado mantenerte nuevamente la mirada. Eras la misma que hace ya más de un lustro me cautivó con los sollozos, me has convencido para parar el tiempo que separaba entre lo divino y lo terrenal, entre el cielo y lo humano.  Y hemos hablado una vez más de todo lo que mi corazón siente cuando te mira, del aire que se levanta entre el calor de la primavera cada mañana para rozar tu rostro, y busca por el Real de la Carretería tu dulzura.
He vuelto a besar tus manos de Madre de Dios, como ya hiciera hace tiempo sin conocerte. Aquella tarde que te cruzaste en mi vida, aquella tarde en la que pisé Mayor Dolor por primera vez Sevilla, y quedé prendido de la belleza que encierras en tu mirada, en Soledad.

viernes, 4 de mayo de 2012

El bendito Pacto.

No habíamos quedado en esto. No era el acuerdo que anualmente cerramos para que llegue el instante del gozo. Igual que siempre, te he esperado en los rincones y en las esquinas, esperando romper con lo que ya ocurrió hace un año. Te he esperado con la ilusión de dejar de lado los malos recuerdos y los sollozos que acompañaron a mis ojos. Te esperaba con la esperanza de arreglar los enfados que te reproché ya en el silencio de la espera, pero no fue tampoco posible. Esta vez también fue todo distinto. Una vez más no has querido cumplir con la parte que yo te obligué a firmar.

Imaginaba avenidas de luz y blancura de paz, soñaba con cera roja y sollozos por azotes y locuras judías, te esperaba escondida en el verde que da la esperanza y en la seriedad del silencio. Ansiaba ver una vez más tu eterna sonrisa, al igual que esa tarde por las calles del Cerro, y la noche llena de la Roma del pasado.