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A partir de ahora, este blog se convierte en mi particular archivo digital en el que tener todos mis artículos de opinión, entrevistas, reportajes... Un lugar en el que ser protagonista de mi literatura, que queda para mí, y abierta a quien se quiera acercar hasta aquí. Críticas; @IsmaelRuizP

lunes, 21 de mayo de 2012

De la lluvia, llegó la esperanza (“El bendito pacto” II)

Ntra. Sra. del Mayor Dolor en su Soledad. Ismael Ruiz
Al final has cumplido tu promesa. Antes no te vi en los rincones y plazas a las que me tenías encadenado, donde el viento rompía con la fuerza del agua las emociones de la espera. Te lloré y te lo conté, incluso llegué a odiarte. Pero tu amor siempre todo lo rebasa, y has querido darme una vez más la blancura de la cal en tus calles, salpicada del colorido de las flores, para honrarla a Ella.
Tenías que pagarme de alguna forma todo lo que dejaste de lado, y lo has hecho regalándome lo mejor que tienes en ti. Lo has hecho ahogando mis lágrimas del pasado en fuentes de sonrisas y locura, porque hace un año ya te lo dijeron, “de esa amargura, llegó esta felicidad”, y verdaderamente lo ha hecho. Lo ha hecho cambiando la caída del líquido manantial de tu cielo a sus mejillas, enjugando la alegría de la Gloria con la hermosura que se recoge en los sollozos de pasión. Me has demostrado que de la lluvia, por fin puedo decir que llegó la esperanza de nacer nuevamente en lo efímero, de vivir los tiempos que no pasan y se encierran en el reloj de la vida. El sol se asoma a tus calles, y baña con sus rayos tu sonrisa de humilde doncella, de alegría, de prado de salud, de amor y remedio.
Has querido que me perdiera por unas calles distintas a las de Cabra. Que me perdiera junto a caminos que la unen con Sevilla, que estos me llevasen hasta antiguas calzadas de tardes de toreo, sol y sombra, que me han hecho también llevar hasta mi mente, rezos de Rosario a la Caridad, y oraciones hechas cante y Rocío, simultáneas en el tiempo y la distancia.
Y allí, venciendo el Lorenzo a la fina humedad, he vuelto a sentir Su presencia. Gracias a ti, he encontrado, y me has devuelto, querida Semana Santa, la esperanza y la certeza de lo escrito en aquel bendito pacto. Gracias a ti me has hecho valorar los días malos y sopesarlos con los buenos, y La he encontrado serena en su particular estampa, como aquella primera vez que lo hice, allá por Mayo de muchos años.
Me has demostrado que seguías allí esperándome, con tu vista perdida en el dolor, y tu mano tendida en el infinito que recoge los besos de la compasión. Alegre, pálida, dulce, angustiada, arrogante. Has demostrado de nuevo tu sabiduría amasando la cadena de rosarios inmortales. Y no me has engañado de nuevo, cuando he intentado mantenerte nuevamente la mirada. Eras la misma que hace ya más de un lustro me cautivó con los sollozos, me has convencido para parar el tiempo que separaba entre lo divino y lo terrenal, entre el cielo y lo humano.  Y hemos hablado una vez más de todo lo que mi corazón siente cuando te mira, del aire que se levanta entre el calor de la primavera cada mañana para rozar tu rostro, y busca por el Real de la Carretería tu dulzura.
He vuelto a besar tus manos de Madre de Dios, como ya hiciera hace tiempo sin conocerte. Aquella tarde que te cruzaste en mi vida, aquella tarde en la que pisé Mayor Dolor por primera vez Sevilla, y quedé prendido de la belleza que encierras en tu mirada, en Soledad.

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