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A partir de ahora, este blog se convierte en mi particular archivo digital en el que tener todos mis artículos de opinión, entrevistas, reportajes... Un lugar en el que ser protagonista de mi literatura, que queda para mí, y abierta a quien se quiera acercar hasta aquí. Críticas; @IsmaelRuizP

martes, 1 de febrero de 2011

MI PRIMERA ESTACIÓN DE PENITENCIA

Llevaba desde que tenía meses participando en la Estación de Penitencia de la Virgen de mis amores, así como en otras Hermandades puntualmente… pero las cosas del destino, son las que hacen que mas tarde o mas temprano sea cuando se te muestre cual es tu verdadero lugar (no por ello somos unos mas importantes que otros, ¿no?), la gente que de verdad te quiere, y quienes son los que quieren que estés a su lado. Aún recuerdo las palabras de un buen amigo, un artista que con sus manos talla sueños: “te digo yo a ti, que tu este año, sales de nazareno”. Yo no lo creía… tenía mil y un papeletas en mi contra para no poder cumplir ese sueño, problemas de túnicas, tela, “malos rollos” con otras personas ajenas a la Hermandad… pero el deseo existía.
Todo cambió aquella tarde, cuando aún se veía de lejos la carroza del Rey Baltasar, y me confirmaban que había tela para confeccionarme mi túnica. Todo se abría ante mis ojos; tenía el material y las manos cariñosas, atentas y conocedoras de lo que aquello suponía para mi.
Los días de Cuaresma se apresuraban, corrían unos sobre otros, y la fecha se acercaba. También quiso el destino que la primera Estación de Penitencia la realizase como Dip***do de Tramo, organizando las largas filas nazarenas que anteceden al Moreno Orante de Getsemaní… todo se enlazaba, como si de un sueño de un niño pequeño se tratase, pero con un solo ápice; todo era realidad.
Y con unos días y otros, montaje del paso, preparación de todos los enseres que portarían los hermanos, turnos en el Cuartelillo, limpiezas… llegó aquel inolvidable 16 de Marzo de 2008, fecha que jamás se borrará de mi memoria. Algo tranquilo veía salir a Jesús, montado sobre un pollino (quien nos iba a decir entonces, como en dos añitos iba a cambiar la cosa), que avanzaba sobre la “Jerusalem Egabrense”, entre palmas y ramas de olivos.
La tarde avanzaba, y se acercaba el encierro de la primera. Llegué a casa, comí lo poco que el estómago me permitió: los nervios por la primera vez junto a Él aumentaban por minuto, todo era un ir y venir de sentimientos, sin solución de continuidad.
Daban las 5 menos cuarto de la tarde. Mientras escuchaba por la radio la preparación del cortejo de la perfecta Hermandad de la Estrella de Triana, comenzaba a vestir mi túnica nazarena, blanca capa y rojo raso (esto ya se ha convertido en una tradición). Revisaba una y otra vez que no se me olvidase nada, y esperaba nervioso la hora estipulada. Puse sobre mi cabeza el capirote, y en silencio, junto a una de mis mejores amigas, comencé aquel camino que me llevaría hasta la casa del hijo de Dios. Allí todo eran nervios… pronto comenzaron a llegar los hermanos; entre el reparto de velas, indicar el número al que cada nazareno le correspondía por su antigüedad en las filas, revisar detalles en las insignias y en el paso… todo iba sucediéndose de forma que mi nerviosismo lo hacía a la par, pero cuando menos me dí cuenta, estaba situado de “por la que los Reyes Reinan”, y es la Aurora del Sol, y mi Hermano Mayor me daba el Palermo y el equipo de transmisión para los dip***dos de Tramo.
Un abrazo con todos, una mirada especial contigo, y los ojos del Señor que todo lo puede sobre su majestuoso paso. Comenzaba el acto de oración, ya todo el cortejo se encontraba formado en la nave principal, minutos después de que la eterna Humildad hubiese salido para encontrarse también con Cabra. Primera levantá y todo comenzaba su curso… Se abrieron las puertas de la Parroquia, y ahí, quizás también quiso el destino que ocupase en ese momento el puesto de Dip***do de Cruz de Guía. Pude contemplar una gigantesca e impresionante marea que aguardaba la salida del Señor orante de Getsemaní. El primer nudo en el estómago desaparecía, ya sólo quedaba disfrutar, después de meses de trabajo, y un año esperando el momento.
Se adelantaba el primer tramo y la chiquillería por la cuesta mayor, Carrera Oficial, Ayuntamiento (porfin fui a Tu lado), parada, Cuatro Esquinas… y llegó lo mejor; final de Álamos, San Juan de Dios, Plaza Vieja, y subida hacia Tu casa… todo iba terminando, de la forma mas íntima, elegante y sublime posible, tu mirada se clavaba en la mía, mientras te preguntaba el porque querías que yo fuese quien estuviese junto a ti, porque me habías llamado a mí y a no a los tantos miles de Egabrenses que forman esta ciudad… Sigo sin saberlo, solo sé que jamás quiero dejar de sentir esa sensación, ese momento mágico que ningún año me he perdido, ni jamás pienso dejar que nadie me lo quite; confundir tus ojos con los míos, bajo el antifaz, mientras toda una plaza en silencio mira tu silueta, y subes la cuesta que te acerca hasta el cancel del Cielo.
Lo que viene después, todo el que conozca la sensación, no creo que haya que describirla. Orando en Getsemaní y Costalero, que mejores notas para acompañar en esos momentos.
Solo Tú, solo nosotros, reunidos todos alrededor tuya. Pasa así un año más, comenzando una vez mas esa eterna Oración, que siempre se da en el mismo sitio, junto a Jesús de las Penas, en el monte de Getsemaní.

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